Anotaciones de observación astronómica elemental

Siempre te recordaremos

 

La Constelación de Pegaso

Publicado el 6 noviembre, 2011 por bitacoradegalileo

Ocupando una extensa región del Hemisferio Norte celeste, la Constelación de Pegaso es quizás la más importante referencia del otoño boreal, junto con la brillante estrella Fomalhaut, a pesar de no contar con ninguna estrella de primera magnitud. Sin embargo, la disposición de sus más notables componentes, de segunda magnitud, conforma junto con Sirrah (Alpha Andromedae), una inconfundible figura geométrica: El Gran Cuadrado de Pegaso, que se erige así en el asterismo característico de esta época del año, y se equipara a lo que suponen el Triángulo de Verano, el Diamante de Virgo y el Triángulo y Hexágono de invierno para las otras estaciones del hemisferio septentrional.

Pegaso ocupa en el cielo un área superior a los 1.000 grados cuadrados, la séptima más extensa de todo el catálogo de la Unión Astronómica Internacional, en el cual está incluida como una de las constelaciones oficiales, aunque ya figuraba en la relación de 48 constelaciones clásicas enumeradas por el astrónomo greco-egipcio Claudio Ptolomeo en el siglo II de nuestra era. Obedece esta circunstancia a que representa al caballo alado que nació de la sangre derramada por la cabeza de Medusa, cuando ésta fue muerta por el héroe Perseo. La constelación quiere reflejar en el cielo a una figura en forma de caballo (en realidad medio caballo), aunque en posición invertida con respecto a nuestro punto de vista.

Los observadores australes verán la figura en posición correcta, aunque mucho más baja sobre el horizonte dada su condición boreal, pues se posiciona entre los paralelos +30º y +3º norte, ligeramente por encima del ecuador celeste en su extremo meridional. La constelación puede admirarse incluso desde Tierra de Fuego, en el extremo más meridional del continente americano, precisamente en estos días, la primavera austral (escribo a primeros de noviembre).

Debido a su enorme extensión, son muchas las constelaciones con las que limita Pegaso, así es que sólo citaré a las más notables: La Constelación del Cisne (Cygnus) la encontramos al noroeste, mientras que Andrómeda, a la que pertenece Sirrah (el vértice superior izquierdo del Gran Cuadrado según el punto de vista boreal), se sitúa en el noreste. Al sur, las constelaciones zodiacales de Piscis y Aquarius.

La Constelación de Pegaso está bastante apartada del plano galáctico, que transcurre unos 40º al norte, en dirección paralela. Está por tanto exenta de las nubes y polvo interestelar que caracteriza a otras constelaciones más próximas a la Vía Láctea y por eso aquí se pueden observar algunos cúmulos globulares y galaxias distantes con relativa facilidad. Está desprovista, en cambio, de nebulosas brillantes y cúmulos abiertos notables. Asimismo, la lejanía de la eclíptica, que cruza Piscis y Acuario por el sur, evita la presencia de la Luna y de los planetas del Sistema Solar por la región.

No obstante, y a pesar de que el interior del Gran Cuadrado parece estar completamente vacío, desprovisto de estrellas, cuando se dispone de cielos verdaderamente oscuros comienzan a distinguirse decenas y decenas de ellas, pues hasta 96 estrellas de Pegaso tienen magnitud visual inferior a 6, esto es, están dentro del límite de las posibilidades de visión del ojo humano. 31 de estas estrellas son de 4ª magnitud, o son aún más brillantes. Como es natural, la fotografía de larga exposición mostrará muchas más.

Entre todas ellas, es Enif la más brillante, aunque no ostenta, ni mucho menos, la denominación Alpha que suele corresponder a la estrella más notable en muchas constelaciones. Johann Bayer la relegó hasta la quinta letra del alfabeto griego (Epsilon), prefiriendo nombrar a las cuatro integrantes del Gran Cuadrado como Alpha (para Markab), Beta (que correspondió a Scheat), Gamma (Algenib) y Delta. Ésta última la destinó a Sirrah, a la que consideró compartida por dos constelaciones al mismo tiempo: Andrómeda y Pegaso. Hoy, esta estrella se integra definitivamente en la primera de ellas, y su denominación de Bayer oficial es Alpha Andromedae, así que no existe Delta Pegasi.

Es Enif (Epsilon Pegasi o ε Peg), por tanto, la estrella más brillante de la constelación, superando incluso a las que forman el Gran Cuadrado, con la excepción de Sirrah (también llamada con frecuencia Alpheratz) que, como ya se ha apuntado, no pertenece a Pegaso. Su nombre proviene de una expresión árabe que significa nariz, en referencia al hocico de Pegaso, el caballo alado de Perseo. Enif es una supergigante anaranjada variable irregular que, situada a la distancia de 670 años-luz de nuestra posición, nos ofrece una magnitud aparente de +2.38, pero que si estuviera en el lugar del Sol brillaría con una luminosidad de 6.700 veces nuestra estrella. En ese caso abarcaría hasta la mitad de la órbita de Venus, dado su tamaño de 150 soles, y ocuparía en nuestro cielo un ángulo aparente de 40º de diámetro. Con este tamaño, desde que empezara a asomar sobre el horizonte hasta que se mostrara completa habrían transcurrido 2 horas y 40 minutos y el mismo tiempo emplearía en desaparecer por el oeste (el Sol tarda unos dos minutos). Su tipo espectral es de K2I y tiene una temperatura superficial de 4.670 grados Kelvin. Se encuentra en su última fase evolutiva y es, por tanto, una estrella moribunda.

Junto con Sadalsuud y Sadalmelik, las dos principales estrellas de la Constelación de Aquarius, Enif parece formar una familia de tres supergigantes que tienen una luminosidad semejante y están a una distancia parecida, así es que se piensa que en el pasado pertenecieron a un mismo cúmulo que fue dispersado por las fuerzas de marea del centro galáctico. Todo este proceso ha ocurrido durante los últimos 15 millones de años cuando menos y seguramente éste es el futuro que les espera a cúmulos como Las Pléyades.

Scheat (Beta Pegasi o β Peg) es la segunda estrella más brillante de Pegaso. Su nombre significa el pie (la pata del caballo). Es una supergigante roja de tipo espectral M2.5II situada a unos 200 años-luz de distancia, relativamente fría, pues su temperatura superficial es de unos 3.700 grados Kelvin. Se trata de una variable irregular cuya magnitud oscila entre +2.31 y +2.74 que despide fuertes vientos estelares, responsables de que alrededor de la estrella haya una capa gaseosa, a la manera de atmósfera, donde se ha detectado… ¡Vapor de agua!.

51 Pegasi está considerada como un gemelo solar, pues su masa es sólo un 5% mayor y su tipo espectral es parecido: G5V, es decir, una enana amarilla de la secuencia principal que usa el hidrógeno de su núcleo como combustible, transformándolo en helio. Es un poco más vieja que nuestra estrella, pues su edad se estima en unos 7.500 millones de años, y por eso su metalicidad es también mayor (recordemos que los astrónomos llaman metales a todos los elementos que no son el hidrógeno ni el helio). Se sitúa a la distancia de 42 años-luz y tiene una magnitud aparente de +5.49 y se localiza con bastante facilidad en el lado occidental del Gran Cuadrado de Pegaso, entre Markab (Alpha Pegasi) y Scheat (Beta Pegasi). Hasta aquí, una estrella muy normalita, sin nada especial que ofrecernos. Peeero…

En 1.995 el astrónomo suizo Michel Mayor y su alumno Didier Queloz, de la Universidad de Ginebra, descubrieron un planeta extrasolar en órbita alrededor de 51 Pegasi. Compréndase la trascendencia del descubrimiento, pues hasta ese momento no se conocía ningún astro similar fuera de nuestro Sistema Solar, así es que se trata del primer exoplaneta conocido, aunque después le han seguido cientos y hoy conocemos del orden de 700 planetas orbitando a estrellas distintas del Sol. Pero en aquel entonces incluso se dudaba que pudiera existir alguno.

El nuevo astro fue bautizado como 51 Pegasi b, aunque a veces es conocido con el nombre de Belerofonte, personaje mitológico muy relacionado con la figura de Pegaso. Se supo, con posterioridad, que se trata de un astro menos masivo que Júpiter (tiene un 60% de la masa del gigante joviano), y que tiene un periodo orbital sorprendentemente corto de sólo 4.2 días, debido a que su distancia con respecto a la estrella es sólo un 5% de la que separa a la Tierra del Sol, o sea, de 0.05 UA (Unidades Astronómicas). Esto provoca que la temperatura de 51 Pegasi b sea de unos 1.300 grados centígrados.

A este tipo de planetas, del tipo joviano (semejantes a Júpiter), gaseosos pero calientes por su proximidad a su propia estrella, se les ha llamado Júpiteres calientes, totalmente inhabitables, pero aunque Belerofonte fuera un astro de tipo terrestre, supermasivo, su aspecto sería verdaderamente infernal, como muestra la ilustración de Christoph Kulmann (arriba).

En cuanto a cielo profundo, M15 es el objeto más destacado y el único de la constelación que pertenece al Catálogo Messier. Se trata de un brillante cúmulo globular distante unos 33.600 años-luz y compuesto por más de 100.000 estrellas. De magnitud visual +6.2, se halla en el límite de la visión a ojo desnudo, aunque se necesitan condiciones ideales de observación. Con ayuda de binoculares o de pequeños telescopios aparecerá como una estrella borrosa, que podrá ser resuelta en estrellas individuales con instrumentos a partir de 6 pulgadas (150 mm) de abertura.

Para su localización es útil partir de la estrella Enif (Epsilon Pegasi) y desde ésta desplazarse 2.3 grados al norte y 3.5 grados al oeste, y M15 deberá aparecer entonces en el centro de su ocular. El cúmulo tiene un diámetro de 18 minutos de arco, aunque aparece más pequeño para instrumentos modestos. Una docena de grados más al sur, y con la misma ascensión recta, puede encontrarse a M2, otro brillante cúmulo globular, ya en la Constelación de Aquarius.

M15 presenta un núcleo muy compacto, probablemente el más denso en toda la Vía Láctea. Se ha producido lo que se ha llamado colapso nuclear, es decir, una contracción de una gran cantidad de estrellas que ha originado una concentración de masa alrededor de lo que puede ser un agujero negro, según las estimaciones dimanantes de las imágenes del Telescopio Espacial Hubble. Un buen número de gigantes rojas junto con estrellas no tan viejas, algunas de ellas rezagadas azules, confieren al conjunto el color amarillento típico de este tipo de astros.

Esta maravilla se encuentra 8º al norte de Scheat (Beta Pegasi) y es conocida con el nombre de Grupo de Deer Lick (los ciervos lamen), en recuerdo de una brecha así llamada, en las montañas de Carolina del Norte, aunque es más común llamarlo Grupo de NGC 7331, que es su componente más destacado.

NGC 7331 es una galaxia espiral cuya belleza se compara a la de M31, la Galaxia de Andrómeda. Es un objeto magnífico, pues resulta asequible para pequeños telescopios cuando las condiciones de observación sean óptimas, a pesar de separarnos de él la friolera de 50 millones de años-luz. Esta galaxia es más grande y más masiva que nuestra Vía Láctea.

La galaxia parece estar acompañada por otras más pequeñas, pero esta apreciación es engañosa, pues estas «acompañantes» tienen aproximadamente el mismo tamaño que NGC 7331, pero se sitúan diez veces más allá, a una distancia del orden del medio millar de millones de años-luz. Simplemente, se encuentran en la misma línea visual.

No ocurre así con cuatro de las integrantes del llamado Quinteto de Stephan, un grupo de galaxias que sí están a la misma distancia y están relacionadas, que próximamente colisionarán (dos de ellas ya lo están haciendo, en el centro de la imagen), situadas a unos 300 millones de años-luz de nosotros. La espiral de color azulado que aparece arriba a la izquierda no pertenece al grupo, y se encuentra mucho más cerca, a unos 39 años-luz de nuestra posición. A continuación reproduzco una carta celeste donde se representan tanto el Grupo de NGC 7331, a la izquierda, como el Quinteto de Stephan a la derecha.

Para terminar, una imagen donde se muestran los dos primeros objetos del New General Catalogue, dos galaxias separadas por sólo 1.8 minutos de arco en nuestra línea visual. NGC 1 aparece en el centro, y debajo está NGC 2, que sin embargo se sitúa al doble de distancia:

Mitología

Pegaso es el caballo alado hijo de Poseidón, que lo concibió al yacer con Medusa en el templo de Atenea. La diosa castigó a la joven convirtiéndola en el monstruo alado con cabellos de serpiente y ojos que petrificaban a quien miraba. Cuando Perseo cortó la cabeza de la gorgona nació Pegaso de la sangre derramada.

Pegaso vivía en el Helicón, donde provocaba la aparición de fuentes mágicas golpeando el suelo con sus cascos, entre ellas el manantial llamado Hipocrene, considerado la fuente de la inspiración poética, y hasta allí fue a buscarlo Belerofonte, príncipe de Corinto, con la intención de domarlo. Atenea había regalado al guerrero una brida de oro que, cuando éste la colocó en el caballo, sirvió para amansarlo de inmediato.

A lomos de Pegaso, Belerofonte logró vencer a la Quimera, el monstruo con cabeza de león (otras versiones le atribuyen múltiples cabezas), cuerpo de cabra, cola de serpiente y aliento de fuego, que estaba asolando la región de Licia. Belerofonte combatió y venció también a las amazonas, pero entonces le pudo la ambición, y quiso entrar en el Olimpo para convertirse en un Dios. Zeus lo impidió, enviando a un tábano que picó a Pegaso y provocó el descabalgamiento de Belerofonte, haciendo que el jinete cayera sobre un espino, quedando ciego y lisiado, y condenado a vagar por el mundo el resto de sus días. Zeus encargó a Pegaso que portara sus rayos y lo colocó en el cielo, formando la Constelación que lleva su nombre.

Volver al principio del artículo.

Volver al principio de la bitácora.

Ir al Índice Temático.

Subscribe

?
marcianito
250px-Galileo.arp.300pix